Bodegas Ochoa, VIII Premio Empresa Familiar Navarra de ADEFAN

Beatriz y Adriana Ochoa (detrás) mantienen el legado de sus padres Javier Ochoa y Mariví Alemán (delante). (Fotos: Víctor Ruiz).

La Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar Navarra (ADEFAN) anunció el 17 de octubre la concesión de su VIII Premio Empresa Familiar Navarra a Bodegas Ochoa, la compañía vitivinícola de Olite con más de 180 años de historia y a cuyo frente se han sucedido hasta seis generaciones diferentes.

Iñaki Ecay, presidente de ADEFAN, justificó la concesión de este reconocimiento por ser “un ejemplo en la profesionalización que deben seguir las familias empresarias a la hora de abordar el relevo generacional”. También mencionó su doble carácter simbólico. Por un lado, recordó que Bodegas Ochoa representa la capilaridad de sus asociadas que, más allá de Pamplona y su comarca, “están presentes por toda la geografía foral lo que las convierte, en muchas ocasiones, en el único motor de desarrollo, empleo y riqueza que impide la despoblación del ámbito rural al tiempo que ayudan a la vertebración del territorio”.

Igualmente, comentó el importante papel que juegan las mujeres en las familias empresarias representadas en esta ocasión en Adriana, Beatriz y, fundamentalmente, su madre Mariví Alemán. “Es el fiel reflejo de la fuerza que todas ellas han aplicado en nuestras empresas desde responsabilidades tan diversas como la gerencia o la dirección financiera y sin olvidar la importancia de la conciliación y de mantener unido el núcleo familiar”, añadió.

Siguiendo esa misma línea, Joseba Martikorena, vocal de la Junta Directiva de ADEFAN, destacó de la firma galardonada “su vinculación al sector agroalimentario, el segundo motor económico de Navarra con una facturación anual superior a los 4.500 millones de euros”. Aseguró, además, “que están trabajando muy bien en una industria, la vitivinícola, marcada por grandes incertidumbres y retos”.

Iñaki Ecay (presidente) y Javier Martikorena (vocal) informaron a la familia Ochoa de la concesión del VIII Premio Empresa Familiar de ADEFAN.

Bodegas Ochoa está dirigida actualmente por las hermanas Adriana y Beatriz Ochoa. Ambas cogieron el relevo de sus padres (Javier y Mariví) en 2016. De esta forma se completó su proceso de incorporación a la empresa familiar iniciado de forma escalonada en la primera mitad de este siglo. Una vez en la dirección, las dos han aprovechado estos años para adaptar el paso de esta empresa familiar centenaria al nuevo contexto de su negocio “con un consumidor más exigente y donde el vino ha adoptado un nuevo rol vinculado más con un cierto estatus social”, comentó Adriana.

Por ello han impulsado un profundo cambio a nivel interno del que no ha quedado al margen la plantilla. “Muchos de los trabajadores que trabajaban con nuestros padres se han ido jubilando y han entrado otros, algunos de ellos hijos y nietos de aquellos. Intentamos rodearnos de profesionales de ámbito local porque entendemos que es bueno para nuestro entorno y por lo tanto para la empresa”, destacó Beatriz. Ahora, coincidiendo con la entrega del premio de ADEFAN, en Bodegas Ochoa entienden que dicha transformación ya se ha completado.

La entrega del VIII Premio Empresa Familiar Navarra, patrocinado por CaixaBank y en el que colabora ARPA Abogados Consultores, será el próximo 8 de noviembre, viernes, en el Hotel Luze el Toro (de nuestro asociado Luze Hoteles) en el marco de un almuerzo con los asociados de ADEFAN.

Dicho galardón busca, en concreto, reconocer aquellos negocios familiares de la Comunidad foral que han destacado por realzar como valores propios el arraigo al territorio y la vocación de permanencia. También se valora la evolución seguida por la empresa premiada, su compromiso con el empleo, así como otros elementos propios que definen el modelo de empresa familiar como la reinversión de los beneficios en el negocio, el sacrificio o la ilusión constantes de sus familias empresarias.

Bodegas Ochoa es la última en sumarse a la relación de empresas familiares navarras reconocidas con este premio. Un listado del que ya forman parte Goikoa (2023), el consorcio empresarial de la familia Antoñanzas (2022), Ventas de Ulzama-Grupo Castillo de Gorraiz (2021), Grupo Enhol (2019), Conservas El Navarrico (2018), Grupo Basarana Las Cadenas (antigua Hijos de Pablo Esparza) (2017) y Viguetas Navarras (2016).

EL FOTÓGRAFO RECONVERTIDO EN ENÓLOGO

“Los orígenes de Bodegas Ochoa se sitúan en torno a 1843. En realidad, existen testimonios que vinculan nuestro apellido a Olite y al vino desde mucho tiempo antes”. Así inició Javier Ochoa, padre de Adriana y Beatriz, el relato que explica la trayectoria seguida por su firma familiar. Un primer hito de esa larga historia se produce con un primer proceso de modernización impulsado por el padre de Javier “puesto que hasta entonces quienes estaban a cargo eran, sobre todo, viticultores”, explicó.

Ese mismo carácter pionero y emprendedor también le llevó a poner en marcha una fábrica de vinagre con la denominación “8a”. Sin embargo, fallece joven y en 1965, con 20 años, Javier, que había estudiado comercio, “sin tener ningún conocimiento sobre el sector”, se pone al frente del negocio. Sus primeros años los dedica a formarse lo que le lleva a estudiar enología en Requena (Valencia) y posteriormente, en Burdeos (Francia), donde empieza a introducirse en un mundo que, según propia confesión, le entusiasmó tanto como ocurre con su otra gran pasión, la fotografía. Precisamente, muchas de sus instantáneas ilustran en la actualidad la biblioteca de la bodega en Olite.

Las fotografías de Javier Ochoa decoran la biblioteca de la bodega familiar de Olite.

El otro momento clave de estos primeros años se produce en 1975 cuando se casa con Mariví Alemán. Procedente de otra gran familia empresaria navarra (son los dueños del hotel Maisonnave, de Pamplona), Alemán desempeñará un papel clave en la internacionalización de Bodegas Ochoa, de las primeras en lanzarse al ruedo internacional, en la década de los 80. Una etapa en la que, además, tuvo que tomar el relevo de su marido y encargarse de todo puesto que Javier, atendiendo la oportunidad que le ofrece el Gobierno de Navarra, se desligó de la empresa familiar para ponerse al frente de la Estación de Viticultura y Enología de Navarra primero llamada “Evensa” y que, con el paso del tiempo, adquirió el nombre de la actual “Evena”.

Allí permaneció once años y consiguió, entre otros logros, impulsar la profesionalización de la viticultura navarra, especialmente facilitando la modernización de la cooperativas así como mejorar la calidad de los vinos que se elaboraban en la Comunidad foral. “Yo siempre me he sentido un técnico y mi única obsesión ha sido la del producto: ofrecer al consumidor el mejor resultado posible”, reconoció Javier Ochoa.

LA INNOVACIÓN, SEÑA DE IDENTIDAD

En 1992, Javier estimó que el ciclo al frente de Evena había llegado a su fin por lo que volvió a sus orígenes. Fue una época de crecimiento en la bodega: se compraron viñedos, se ampliaron instalaciones y, lo más importante, se introdujeron nuevos conceptos de enología que había adquirido de su etapa anterior. Bodegas Ochoa también se posicionó como pionera en la aplicación de la I+D, una línea de trabajo que ya no ha abandonado. Y, como resultado de ese esfuerzo, lanzó al mercado su vino dulce de vendimia tardía, también conocido como moscatel en 1994. Posteriormente, esa mejora continua la trasladaron en los últimos años del siglo XX a los varietales, un sistema que, según Javier Ochoa, “generó curiosidad e incentivó el consumo porque lo pedía el mercado”.

Tras formarse en enología en Francia y Australia, la incorporación de Adriana en 2005 significará el punto de inflexión necesario para que Bodegas Ochoa evolucione “casi de forma natural” de la innovación hacia la sostenibilidad y la producción en ecológico. “Hoy el 100 % de nuestro viñedo está gestionado de forma sostenible. Mimamos el suelo y la biodiversidad y creo que ese trabajo nos permite contar con uvas más sanas, lo que revierte en un vino de mayor calidad y sabor, más apreciado por nuestros clientes”, opinó Adriana Ochoa.

CONFIANZA EN EL FUTURO

Beatriz, por su parte, tras licenciarse en ADE en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) se trasladó ese mismo año 2005 a Londres porque, asumió, “ni entonces ni ahora me llama el trabajo de vendimia y producción en la bodega“ (extremo corroborado por su hermana).  Su primer contacto con el mundo de la banca y las consultoras en Londres, sin embargo, no le terminó de convencer. Eso y las visitas continuas de la familia a uno de los principales mercados en el exterior de la bodega le llevó a interesarse poco a poco por el tema del vino y a formarse posteriormente. De esta forma, a su vuelta a Olite en 2010 decidió completar e impulsar el trabajo desarrollado por su madre en el apartado de internacionalización. “Bodegas Ochoa suma hoy veinticinco mercados activos. De todos ellos, los más importantes son Alemania, Suiza, Reino Unido, Estados Unidos, Japón, Canadá y México, entre otros”, enumeró.

Finalmente, en 2015, Beatriz completó su formación con un MBA en la escuela de negocios ESIC casi al mismo tiempo que su padre, Javier, cumplió los 70 años. Fue entonces cuando este último decidió activar el proceso de relevo al frente de la bodega que se concretó apenas un año después. “Lo que más agradecemos es la confianza con la que se llevó a cabo todo. Contar con ese respaldo ha sido clave y fundamental para lograr lo que hemos alcanzado, además de ser el escalón que nos impulse para ir más allá y seguir avanzando”, remataron Adriana y Beatriz Ochoa.

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